Didier Deschamps ha llevado a la selección francesa a lo más alto en los últimos años: campeón del Mundial 2018, subcampeón en 2022 y ganador de la Nations League. Sin embargo, a pesar de estos éxitos, crece el debate sobre si el entrenador aún puede mejorar el planteamiento táctico de un equipo plagado de estrellas. La afición, que siempre acompaña con orgullo a les bleus, no solo se centra en los resultados, sino también en el estilo de juego, reflejando su pasión incluso al comprar replicas de camisetas de futbol, que son emblema de una de las selecciones más talentosas del planeta.
El esquema de Deschamps ha estado marcado por un enfoque pragmático: solidez defensiva, equilibrio en el medio y verticalidad en ataque. Con jugadores como Kylian Mbappé, Antoine Griezmann o Aurélien Tchouaméni, Francia tiene potencial para dominar con posesión, pero a menudo apuesta por un estilo más directo. Esta estrategia ha dado resultados, pero también ha generado críticas por falta de ambición estética.
Uno de los principales desafíos está en el centro del campo. Aunque cuenta con mediocampistas de gran calidad, Deschamps suele priorizar perfiles físicos y de contención antes que creativos. Esto hace que Francia dependa demasiado de las transiciones rápidas y del talento individual en ataque. Con futbolistas como Eduardo Camavinga o Adrien Rabiot, algunos analistas consideran que el equipo podría ganar fluidez si se apuesta por un control más elaborado.
En defensa, el seleccionador ha construido un bloque sólido, pero no exento de errores en partidos clave. La abundancia de centrales de élite como Upamecano, Konaté o Varane (hasta su retirada internacional) le permite variar esquemas, pero las dudas aparecen cuando el rival rompe la primera línea de presión. Ahí surge la cuestión de si Francia debería modernizar su presión alta y ser más agresiva en campo contrario.
El ataque, liderado por Mbappé, no necesita presentación. Sin embargo, la dependencia del delantero parisino es evidente. Cuando él no está en plenitud, la selección pierde buena parte de su pegada. Aquí, el trabajo de Deschamps pasa por diversificar opciones ofensivas y dar más protagonismo a otros talentos como Kolo Muani, Giroud o Thuram.
En conclusión, la Francia de Deschamps ha sido exitosa gracias a un estilo práctico y competitivo, pero el margen de mejora existe. La pregunta es si el técnico, después de tantos años en el cargo, está dispuesto a reinventarse o si mantendrá la misma fórmula.